“Es una pedantería hablar de la muerte de Dios o de la muerte del hombre –parodiando el serio intento de algunos teólogos y de algunos filósofos estructuralistas contemporáneos– mientras no podamos enfrentarnos con la muerte de la familia –ese sistema que, como es su obligación social, filtra oscuramente la mayor parte de nuestra experiencia y elimina de ella todo cuanto puede tener de espontaneidad generosa y sincera–.” (David Cooper)
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